Agenda como líder, no como bombero/a 😉
¿Y si te dijera que no te falta tiempo… sino dirección?
Lo más probable es que llenes tus días de juntas, mensajes y urgencias, y al final de la semana descubras que no avanzaste, solo sobreviviste. Vivimos en una época en la que ser productivo se confunde con estar ocupado, y eso nos desgasta.
La mayoría caemos, casi sin darnos cuenta, en alguno o en todos estos tres errores: tomamos decisiones reactivas, corremos todo el día, decidiendo sobre la marcha, sin darnos un espacio para pensar con intención; trabajamos sin una agenda clara, dejamos que el día nos arrastre, atendiendo lo ruidoso por encima de lo esencial; y hacemos multitarea improductiva, procesamos muchas cosas a la vez y terminamos haciéndolo todo a medias; y entonces, sentimos que nos faltan horas, pero no es tiempo lo que falta, es enfoque, la gente que logra más no tiene más horas en el día: tiene más intención en cada hora que vive y trabaja.
La clave está en tu agenda. Si no lo agendas, no existirá, si no agendas tiempo para leer, no leerás, si no agendas espacios de reflexión, vivirás en modo automático, y si no agendas tu desarrollo, no crecerás.
Stephen Covey lo dijo claro: lo más importante en la vida es asegurar que lo más importante se mantenga siendo lo más importante. Agenda tus prioridades, no se trata de hacer más cosas, se trata de hacer lo que de verdad importa. Ser productivo no es trabajar más, es hacerlo con intención, y eso comienza cuando dejas de correr y empiezas a dirigir tu tiempo.
Considera tres acciones clave: primero, planifica con anticipación, el mejor momento para planear tu día es la noche anterior, pregúntate ¿qué acción tendrá el mayor impacto mañana?; segundo, saca las ideas de tu cabeza, como dice David Allen: tu mente está para tener ideas, no para almacenarlas. Escribe todo, tu mente no es una bodega, es una fábrica; y tercero, protege tu agenda, no dejes que otros la llenen con sus urgencias, concéntrate en cada tarea importante hasta que la completes, está demostrado que cada vez que cambias de tarea pierdes al menos un segundo de atención plena, y esa fragmentación mata tu enfoque.
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Quien logra más no es quien más se esfuerza, sino quien mejor prioriza. La gente más productiva no tiene más tiempo: tiene más claridad, crea la tuya, hazlo con propósito, hazlo con Maestría.